La solidaridad de las mujeres cantillaneras

La Asociación de Mujeres Cantillaneras, en colaboración con la Delegación de Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Cantillana y la Obra Social de La Caixa ha repartido regalos a 51 niños y niñas de la localidad para que no pierdan la ilusión propia de estas fechas navideñas.

La solidaridad es otra vecina más de Cantillana. De esas de las que no hace falta llamar porque siempre está ahí. Solo basta una llamada para que se ponga manos a la obra. Y esas manos han sido, en esta ocasión, las de la Asociación de Mujeres Cantillaneras. Este año ha cumplido 30 años desde su fundación. No lo han podido celebrar como ellas quisieran a consecuencia de las restricciones de la covid-19. Pero el trabajo incansable en todos estos años se ha visto recompensado con la alegría y satisfacción de ver la ilusión en la cara de los más pequeños al recibir los regalos. Unos regalos que no iban a poder abrir este año, pero que gracias a la solidaridad de estas mujeres, la ilusión no se quedó en un sueño, si no que se hizo realidad.

Un reparto de regalos a 51 niños y niñas de Cantillana que estas navidades lo tenían un poco más difícil que otros  y que ha sido posible gracias a la Asociación de Mujeres Cantillaneras, con su trabajo incansable para llevarla a cabo y su coordinación, junto a la Delegación de Participación Ciudadana, dirigida por Alonso Javier Mesa, y que aportó 1.000 euros para esta iniciativa, y la Obra Social La Caixa, que donó los regalos de 20 de los 51 niños.

Regalos para los niños y niñas de Cantillana. Foto: A. Javier Mesa.

El acto tuvo lugar el pasado día 19 en el Centro Municipal López Cabrera, y también contó con la participación de Pepe Retra y Emilio Picón, siempre dispuestos a arrimar el hombro cuando de ayudar a los demás se trata y más si tienen como misión encarnar a los Reyes Magos y hacer que los ojillos de los niños y niñas brillasen de alegría e ilusión al recibir los regalos que previamente habían pedido en la carta dirigida a SS.MM de Oriente. Juguetes, balones, ropa… fueron algunos de los “sueños hecho realidad”.

Para Blanca Jiménez, presidenta de la Asociación de Mujeres Cantillaneras, esta iniciativa ha sido “inolvidable”, porque “aunque haya supuesto mucho esfuerzo, la recompensa y la alegría ha sido muy grande, gratificante, maravillosa… y sobretodo, la increíble experiencia de ver la cara de ilusión de los niños y niñas”. Aunque en esta ocasión hayan llegado hasta 51 niños y niñas de Cantillana, la presidenta señala que “no han podido abarcar a todos, pero trabajaremos incansablemente para que el próximo año no se quede ninguno atrás”.

Representantes de la Asociación de Mujeres Cantillaneras y empleados de La Caixa. Foto. A. Javier Mesa.

Desde el Ayuntamiento de Cantillana, y en concreto desde la Delegación de Participación Ciudadana, dirigida por Alonso Javier Mesa, se agradece la disposición de la Obra Social La Caixa y de su iniciativa “El árbol solidario” “para que ningún niño se quede sin la alegría de la Navidad”, al mismo tiempo que señala la “importantísima labor y la siempre disposición” de la Asociación de Mujeres Cantillaneras. Para Alonso Javier Mesa, ha sido “un año muy duro para todos”, por lo que se ha querido, “llevar un poco de luz y alegría a un sector de la población, como es el de los niños y niñas, que también lo ha pasado mal”, y más, “si en sus hogares hay necesidad”.

Representantes de la Asociación de Mujeres Cantillaneras, Alonso Javier Mesa (delegado de Participación Ciudadana), Pepe Retra y Emilio Picón (Reyes Magos). Foto: A. Javier Mesa.

La labor solidaria de la Asociación de Mujeres Cantillaneras no se queda solo en esta iniciativa, si no que va más allá. Durante el verano, estas mujeres dan de comer durante el mes julio y parte de agosto, a niños y niñas con necesidad, realizando un importante esfuerzo económico, al que también contribuye el Ayuntamiento, para que los más pequeños no noten las dificultades por las que atraviesan sus familias. Un trabajo voluntario, sin pagar, de horas, con preocupaciones… pero que les reconforta con una enorme recompensa: la felicidad en la cara de los más pequeños.

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