“Soy el abuelo del barrio y de toda Cantillana”

Diego Casado es historia viva de Cantillana y de la Vega del Guadalquivir, donde ha pasado parte de su vida personal y profesional. A sus 100 años cumplidos, ha sido testigo de grandes acontecimientos y hechos históricos que muchos hemos estudiado en los libros. Escuchar esos episodios en la voz y con la emoción de Diego es un auténtico tesoro y privilegio.

La vida de Diego Fabián Casado González es la de un auténtico nómada buscándose la vida para él y para su familia. Nacido en el barrio de La Pañoleta (Camas) en 1921, el transcurrir vital de este admirado y querido vecino de Cantillana ha pasado por Jerez de la Frontera (donde trabajaba en la depuradora de aguas), Cataluña, la barriada “El Carbonal” de Villanueva del Río y Minas, Cantillana…

Para hacernos una idea de todo lo que ha podido conocer durante su vida, Diego ha sido testigo de las dictaduras de Primo de Rivera y Franco, de la II República, de la Transición, la vuelta de la democracia a nuestro país y hasta de una pandemia con toque de queda y restricciones a la libertad que parece volver al pasado… Y de ello tiene mil historias que contar. Unas historias de las que disfruta al contarlas a los demás llegando incluso a embargarle la emoción. Un sentimiento compartido por los que hemos tenido la inmensa fortuna de escucharle.

Diego Casado narrando vivencias personales durante la entrevista.

A sus 11 años, y tras algunos ya “en el tajo”, Diego ya trabajaba en el Puente de Triana, desde donde podía comprobar como “las cigarreras cruzaban el río para ir a la Fábrica de Tabacos”. Cuatros años después, le toca vivir la cruenta Guerra Civil Española, convirtiéndose en el único de sus hermanos que no fue al frente por su corta edad, pero teniendo que dormir en la cuneta de algunos caminos cuando se trasladaba de un lugar a otro junto a otros niños y familias.

De la Guerra Civil Española recuerda especialmente, con sentimientos encontrados de indignación y emoción, el maltrato que se les daba a las mujeres, el escarnio público al que eran sometidas de manera cruel e injustificada. Después del conflicto bélico, Diego se marcharía a Huelva para hacer el servicio militar y desde donde vendría a pie hasta Sevilla en numerosas ocasiones para disfrutar de los permisos que le daban.

Con la llegada de la democracia a España, y convencido defensor de la libertad y de los valores que se fraguaron durante la Transición, Diego recuerda cómo se enfrentó a la Policía Local en un mitin de Felipe González y Alfonso Guerra en Cantillana por la colocación de unas banderas a las que los agentes policiales se oponían, pero que por su determinación y valentía, esas banderas se quedaron.

Un “abuelo solidario para todos”

Que la solidaridad forma parte del carácter cantillanero es sabido por todos. Y ello es gracias a personas como Diego Casado, cuya vida ha estado prácticamente entregada a los demás: a su familia, amigos, a su mujer Josefa, a sus 8 hijos, sus vecinos, sus compañeros de trabajo…  Y todo por poner en práctica la “mayor herencia” que le dejó su padre: “dar todo lo que tenía antes que tener”.

Fotografía personal de Diego Casado junto a su mujer Josefa Cruz.

Con esta premisa, Diego recuerda como su casa era lugar de reunión para ver la televisión cuando estos aparatos eran todavía escasos entre las familias. Él la tuvo, según dice, “porque me la trajeron de Francia”. Y es que su solidaridad ha cruzado hasta fronteras al ayudar a una familia alemana cuando fue a visitar a su hija que residía en aquel país. Más tarde, según cuenta embargado por la emoción, esa familia vino a Cantillana para darle las gracias por aquel gesto de solidaridad que tuvo con ellos.

“venía cargado con regalos para todos los niños de la barriada, para los que también era su abuelo”

Diego Casado.

Pero de lo que realmente se siente orgulloso Diego, según narra con sus palabras y hace evidente a través de las lágrimas, es de ser “el abuelo del barrio y de toda Cantillana”. De este modo, cuenta como cada vez que iba por ahí o hacía algún viaje, “venía cargado con regalos para todos los niños de la barriada, para los que también era su abuelo” y como así lo recuerdan y llaman muchos de esos niños y niñas que hoy en día son hombres y mujeres de Cantillana. Además, también “repartía todo lo que tenía entre las familias que lo necesitaban”, enorgulleciéndose “por querer a todo el mundo, hasta al que nunca me ha hablado”.

Luchador incansable e historia viva

La cara de Diego Casado se ilumina especialmente cuando habla de su familia. Solo hay que observar esa mirada especial y embargada por la emoción cuando lo hace, además de echar un vistazo a su salón para ver el amor que siente por sus hijos y nietos: fotos de bodas, de cuando eran pequeños, de sus graduaciones… Y entre todas ellas, una muy especial para él, su “favorita”: la de una jovencísima Josefa Cruz Montero, la mujer de su vida, quién lo hizo feliz, por quien dio la vida y se convirtió en la madre de sus 8 hijos, de los que desgraciadamente, solo viven 7.

Fotografía «favorita» de Diego Casado en la que aparece su mujer, Josefa Cruz.

Como reconocimiento a su valía, su ejemplo como persona, su entrega y compromiso con los demás, y su abnegada solidaridad, la alcaldesa de Cantillana, Ángeles García, también ha querido visitar a Diego Casado para trasladarle todo su afecto y cariño personal y de todos los cantillaneros y cantillaneras, por “ser a sus 100 años testigo vivo de la historia de nuestro pueblo, de su gente, convirtiéndose en un tesoro del que todo el pueblo de Cantillana se puede sentir orgulloso”.

Diego Casado junto a la alcaldesa de Cantillana, Ángeles García.
Ángeles García, alcaldesa de Cantillana, entregando varios obsequios a Diego Casado.

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